“El cuerpo es quien recuerda” cuenta la historia de Rita, una joven de clase alta acechada por una obsesión: su origen. Nadiya lleva una vida pariendo bebés en Ucrania, que serán criados por otras familias alrededor del mundo. Victoria, exmodelo famosa, no soporta el paso del tiempo y la presión de lo que calla. Unidas pero en soledad, las voces de estas tres mujeres reflejan distintas maneras de llevar adelante una existencia disconforme. De fondo, la crisis de 2001 como epílogo de la Argentina de los años 90 nos plantea cuánto de toda esa excentricidad y decadencia aún permanece vigente. Las tres protagonistas se sienten disconformes con su vida en esta novela de Paula Puebla, la autora de “Una vida en presente” y “Matilda tú eres” que busca profundizar en temas sensibles, generando más preguntas que respuestas.
Una temática actual como la subrogación de vientre se sitúa 21 años atrás, durante un año difícil para los argentinos en lo económico y en lo político. Sin embargo, la guerra Ucrania-Rusia acercó este tema nuevamente a la agenda pública. “Al comienzo de la guerra empezaron a circular noticias de bebés que habían nacido en Ucrania y que esperaban que sus padres pudieran ingresar al país para llevárselos. En Ucrania esto existe desde hace más de 20 años de manera legal. Por eso pensé en ubicar la novela en ese año en Argentina y poner eso sobre la mesa, para señalar que hay una realidad que no estamos mirando y que existe desde hace mucho”, dijo Puebla en diálogo con LA GACETA desde Buenos Aires, donde reside.
“La novela (editada por el sello Tusquets, Editorial Planeta) cuenta una única historia desde tres lugares distintos como si fueran tres puntos cardinales. Y en esta constelación que se arma hay una historia central, la de Rita. Después están estas otras dos voces que atraviesan su historia”, relató sobre su novela y explicó: “No hay una comunicación directa con las historias, pero quería plantear esa discusión entre mujeres, que es una discusión en términos de debate sobre el alquiler de vientre que es algo que tenemos que hablar como mujeres y como sociedad”.
La novela, desarrolló la autora, busca ser un llamado al debate antes de que sea demasiado tarde. “Mi sensación es que las cosas que no se hablan, cuando te querés acordar ya las tenés instaladas. Por eso pienso: lo discutamos lo ahora”, dijo.
En su novela buscó ser cuidadosa para no revelar una bajada de línea sobre lo que ella piensa sobre estos temas. “Yo no quiero escribir para decirle a otra persona lo que tiene que pensar. Quiero escribir para que la otra persona piense por sí misma, se pregunte e indague sobre su deseo, sobre hasta dónde es capaz de llegar para saciar ese deseo de ser madre”.
La autora, antes de dedicarse por completo a escribir literatura, escribía artículos periodísticos en diferentes revistas sobre temas relacionados con la mujer como las discusiones internas entre los diferentes feminismos. La investigación siempre formó parte de su rutina como escritora y para escribir sobre los temas que aborda en sus novelas, como la prostitución o diferencias de clases, busca información en documentales, textos periodísticos e instituciones como, por ejemplo, las clínicas habilitadas para subrogar vientres en el extranjero.
Paranoia
“Hay cierta paranoia de las clínicas que prestan este servicio en el exterior. Las familias, obviamente, no se contactan directamente con la dueña del vientre sino que lo hacen a través de una clínica. Esas instituciones están muy a la defensiva. Si bien están blanqueadas, no se encuentran fácilmente en internet, los mails van y vienen con consultas, por lo que me resultó muy difícil indagar al respecto. Una curiosidad: los españoles se encuentran entre los primeros consumidores de esta modalidad para tener hijos e hijas, por lo menos en Ucrania”, destacó.
Las preguntas que surgen de su lectura indagan sobre el ser mujer: “En esa investigación sobre la subrogación de vientres comencé a preguntarme qué es la maternidad, en qué momento empieza y dónde termina. Sabemos que criar a un niño es un trabajo, pero ¿es un trabajo gestar y parir? ¿Está bien que me paguen por eso?”.
En la actualidad, en Argentina, la subrogación está legislada para hacerse en forma altruista, sin un contrato económico de por medio. En ese caso, una vez nacido el niño o niña debe adoptarse por quienes lo desearon mientras que, en Ucrania, el bebé nace y su certificado de nacimiento ya posee el nombre de los padres adoptivos, por lo que hay toda una parte de su historia que se anula.
El tema de la identidad surge ahí indiscutiblemente como un “algo” muy importante que falta en la vida de sus personajes y que deben construir como un rompecabezas con piezas que no se encuentran fácilmente.
La identidad
“Era como meterme en un agujero y ver qué había más abajo y más abajo”, dijo Puebla sobre cómo trabajó el tema de la identidad en su novela. “Creo que las personas no pueden transitar su vida sin conocer cuál es su coordenada cero, su punto de origen, y eso es lo que desarrollé en la novela. El derecho a la historia propia con respecto a los alquileres de vientre es algo que se une a la problemática de la identidad y a este derecho. Vos tenés hoy un hijo a través de esta técnica y está librado a tu voluntad contarle a tu hijo o hija cuando crezca cómo nació, quién fue la madre que los gestó y lo parió”.
Entre las mujeres que escriben literatura hoy en Argentina Puebla se destaca por ir un poco más allá de los temas convencionales. “Hay mucho de diario íntimo en la literatura escrita por mujeres, mucha literatura del ‘Yo’, de la auto ficción o autobiografía y hay poco que escape a ese gran bloque, es decir, mujeres que arriesgan y apuestan a algo distinto. Esa es la literatura que a mí más me interesa. No la que juega con la identificación y con despertar la empatía, sino la que hacen una apuesta disruptiva y que piensa el futuro de cada una de manera particular”, concluyó.